Donald Trump presiona a gigantes de alimentos como Coca-Cola para eliminar ingredientes artificiales, pero pondría en riesgo la estabilidad e innovación del sector.

Estados Unidos (Marcrix Noticias)-La intervención de Donald Trump en la industria de alimentos y bebidas ha generado una ola de cambios repentinos en marcas icónicas de Estados Unidos. El más reciente ejemplo: Coca-Cola, que tras un post en Truth Social del expresidente, accedió a lanzar una versión con azúcar de caña para el mercado nacional, desplazando parcialmente el uso del jarabe de maíz de alta fructosa.

La publicación de Trump tomó por sorpresa a la empresa, que primero defendió el jarabe como un edulcorante común “hecho de maíz”, pero días después anunció una nueva fórmula para el otoño. El episodio evidencia cómo el expresidente, ahora en campaña, ha convertido su agenda “Hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable” en una herramienta para presionar a corporaciones, sin necesidad de aprobar leyes ni normativas.

Cambios sin regulación formal

Este método, respaldado por su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ya ha tenido impacto en otras marcas. WK Kellogg, por ejemplo, prometió eliminar los colorantes artificiales de su cereal Fruit Loops para 2027. Lo mismo han hecho PepsiCo, Kraft Heinz y otras multinacionales, sumándose a una ola de reformulación sin que exista una orden regulatoria directa.

“Se trata de acuerdos ‘voluntarios’, pero bajo presión presidencial”, advierten críticos de esta estrategia que comparan con la “regulación por imposición” común en gobiernos progresistas.

El apoyo popular, sin embargo, es fuerte: 6 de cada 10 estadounidenses quieren eliminar los colorantes artificiales, y 87% pide más acción del gobierno para garantizar la seguridad alimentaria.

Riesgos de una estrategia impredecible

Aunque Trump ha conseguido cambios rápidos y populares, su estilo plantea riesgos importantes. La falta de reglas claras y estables genera incertidumbre en la industria. Las acciones de procesadoras como ADM e Ingredion se desplomaron tras el anuncio de Coca-Cola, debido a la posible caída en la demanda de jarabe de maíz.

Además, el enfoque personalista e imprevisible puede extenderse a temas más polémicos. Algunos temen que las mismas tácticas sean usadas contra vacunas, píldoras abortivas o incluso ingredientes comunes como aceites vegetales.

De hecho, el nuevo panel de vacunas liderado por Kennedy ya modificó recomendaciones clave, afectando decisiones de inversión en laboratorios. Esto ha encendido las alarmas en sectores que requieren previsibilidad e innovación a largo plazo.

¿Un modelo sostenible?

Los defensores del enfoque trumpista aseguran que el expresidente “asume responsabilidad directa” y responde a demandas ciudadanas reales. Pero los críticos sostienen que sin proceso público ni rendición de cuentas, este estilo de gobernanza socava el equilibrio institucional y deja a las empresas expuestas a decisiones súbitas, basadas más en percepciones que en ciencia.

Como ironizó un analista:

“Coca-Cola intenta mantener su fórmula en secreto. La política gubernamental no debería ser igual de misteriosa”.

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