Tenzin Gyatso ha sugerido que su sucesor podría no nacer en el Tíbet, que podría ser mujer, y que podría elegirse por mecanismos nuevos.
Dharamsala, India (Marcrix Noticias)— Tenzin Gyatso, el 14º Dalái Lama, se encuentra en los preparativos para anunciar cómo se llevará a cabo su sucesión espiritual. A sus casi 90 años, el líder de más de 7.7 millones de budistas tibetanos considera romper con siglos de tradición al proponer cambios en el proceso de reencarnación, el cual hasta ahora ha estado basado en señales divinas, sueños proféticos y consultas con oráculos.
El líder espiritual ha sugerido que su sucesor podría no nacer en el Tíbet, ser una mujer —incluso bromeó con que sería una “rubia traviesa”— y que podría ser elegido por métodos nuevos, lo que representa una ruptura sin precedentes en la historia del budismo tibetano.
“Está haciendo todo el ruido que puede para decir que China no tiene ningún derecho a intervenir en esto”, declaró Christian Wedemeyer, historiador de religiones de la Universidad de Chicago.
Desde su exilio en India tras la anexión del Tíbet en 1959, el Dalái Lama ha defendido la autonomía religiosa del pueblo tibetano. Mientras tanto, el Partido Comunista Chino ha dejado claro que designará a su propio Dalái Lama, recurriendo a la llamada Urna Dorada, un mecanismo imperial restaurado para legitimar las reencarnaciones según criterios políticos.
“Todos los nombres en la urna serán de personas relacionadas con líderes del Partido Comunista”, teme un practicante budista.
El uso de la urna es considerado por expertos como una estrategia para ejercer soberanía ideológica sobre el Tíbet, tal como explica Max Oidtmann, autor del libro Forging the Golden Urn.
Desde 2011, el Dalái Lama ha afirmado que tiene derecho a decidir si desea reencarnarse, dónde y cómo se elegirá a su sucesor, abriendo la posibilidad a una interpretación más global y moderna del budismo tibetano.
“Están tomando la noción misma del Tíbet y convirtiéndola en algo global. ¿No es radical?”, comenta Laura Harrington, experta en religiones de la Universidad de Boston.
La comunidad tibetana en el exilio respalda esta visión. Dolma Tsering Teykhang, vicepresidenta del parlamento tibetano en el exilio, subraya:
“China está intentando apropiarse de esta institución para sus propios fines políticos. Queremos que la encarnación del Dalái Lama nazca no solo para la supervivencia del Tíbet como nación y cultura, sino también para el bienestar de toda la humanidad”.
La historia del actual Dalái Lama comenzó en 1937, cuando fue identificado como un niño de cuatro años gracias a visiones, sueños y señales místicas. Hoy, 86 años después, ese mismo líder enfrenta el desafío de asegurar la continuidad de su legado espiritual frente a una de las disputas religiosas más sensibles del siglo XXI.
Pese a las tensiones, el Dalái Lama ha dicho en tono esperanzador que podría vivir hasta los 113 años, guiado por un sueño en el que daba 13 pasos simbólicos. Sin embargo, el tiempo apremia, y el mundo budista observa con atención el anuncio que podría redefinir la sucesión espiritual más influyente del Tíbet.