Limitados de recursos, pero motivados por el deseo de preservar la cultura maya, llevaron a cabo majestuoso evento en Rancho Viejo.

Isla Mujeres (Marcrix Noticias)- Rancho Viejo no solo son tierras de ejidatarios con un olor a campo poco común en un destino de playa, ahora es el corazón despierto, vibrante de una cultura que se niega a morir y nos recuerda con sus cuatro pirámides cubiertas por la hierba, con danza, bailes folclóricos, música, medicina tradicional, temazcal, sus recitales, artesanías y comida de la región, que aquí hubo y hay “pueblos originarios”, y que #RanchoViejoVive!

Sin más apoyo que los propios recursos y sus amplias relaciones con artistas y compañías independientes, la Asociación de pueblos originarios con la Comisaría ejidal, se embarcó en una titánica labor, no solo para el rescate de las pirámides mayas (casi) inexploradas en el sitio, sino de convertir a Rancho Viejo en el corazón mismo de preservación de la cultura maya, un espacio abierto donde la música, la danza, el arte en todo su esplendor se expresen sin limitaciones, cobijados por la selva, bajo un cielo luminoso y con hermosas ceibas como celosas vigilantes.

Javier Alarcón Mújica, Constantino Díaz Flores, Gaspar Kumul, Lupita Pérez, El Indio Blanco, Humberto Lara, entre otras más, han decidido promover el rescate de los vestigios arqueológicos mayas al final de Rancho Viejo que en alguna época estuvieron enlazadas con el Meco y los centros de adoración de la diosa Ixchel, aunque ahora la honra la tiene la Virgen de Fátima, cuya esfinge se venera en la cima de la pirámide más alta, ocupada por grandes árboles y la mirada dirigida hacia el “pueblo”, un pequeño conjunto de ranchitos y una capilla católica, pero eso sí, con internet del Indio Blanco, y un retablo con los nombres de los fundadores de Rancho Viejo.

Es una sensación extraña, se describiría de paz, al estar arriba de la pirámide, aunque también el lugar te impone a andar con cuidado a pedir “permiso” porque no es cualquier lugar.

El silencio es roto por el viento, el movimiento de las ramas de los árboles, de los pájaros, de los grillos…aunque esta vez, también por la música de tambores, de flautas, de sonidos prehispánicos despedidos por los altavoces dispuestos en una de las chozas que sirven de camerino y para otras cosas junto a la explanada circular donde bailan jarana y niños danzantes lanzan panes.

Huele a humo, a inciensos, hay jóvenes con máscaras, mujeres con sus vistosos ternos, hay unos acróbatas haciendo malabares con pelotas, cuerdas, alguien cuenta un cuento, otro más pide recordar la historia.

El temazcal ya está dispuesto para los primeros valientes para adentrarse al “vientre de la madre”.
Los jugadores de pelotas con sus cuerpos esculpidos, sus plumas, máscaras, movimientos imponentes, precisos, te embriagan, te mantienen quieta, extasiada.

No te puedes creer tanta belleza para los sentidos en tan pocas horas de la tarde-noche del sábado.

Quieres más, deseas que no se acabe. La luna no quiso quedarse afuera y muestra su redondez, de un amarillo intenso, en todo su esplendor.

Este festejo de “Pueblos Originarios” en los terrenos de la feria comenzó el viernes por la tarde y termina hoy domingo después de la Misa de medio día, pero vale no perdérselo y estar atentos a la siguiente edición porque estos amantes del arte y la cultura Maya están decididos a convertir a Rancho Viejo en el corazón de una cultura que Vive, que vibra, que está arraigada en el corazón y la sangre de los que tienen ancestros como de quienes llegamos buscando un nuevo hogar, un destino diferente.

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