De acuerdo con su relato, el ataque ocurrió el 25 de noviembre de 2024, cuando Héctor irrumpió en su habitación armado con un martillo, la golpeó brutalmente, la asfixió con sus rodillas y la lanzó por las escaleras junto con su perrita, Pichi, que intentó defenderla. La agresión continuó cuando la estranguló con sus manos y la golpeó contra el cofre de un vehículo.
Además de la violencia física, el agresor le suministró fentanilo y sufentanilo sin su consentimiento, haciéndole creer que eran electrolitos y vitaminas. Como resultado, la víctima sufrió tres sobredosis, pero logró sobrevivir porque él mismo le administró naloxona, un medicamento que revierte los efectos del fentanilo, al percatarse de que ella había dejado de respirar.
La intervención de tres hombres de seguridad de la residencia fue clave para frenar la agresión, y estos testigos ya han rendido su declaración ante la fiscalía. Al presentar la denuncia ese mismo día, la víctima descubrió que Héctor ya tenía una carpeta de investigación previa por violencia contra otra mujer.
A pesar de que el caso fue clasificado como feminicidio en grado de tentativa, el agresor sigue libre. El juicio está programado para el 13 de marzo de 2025, y la víctima ha decidido hacer pública su historia ante la falta de medidas contundentes en su contra.
Denunció que Héctor ha intentado sobornar a testigos y manipular la justicia para evitar ser castigado, pero ella está decidida a presentar pruebas y testimonios para evitar que la violencia quede impune.
“Nos han enseñado a quedarnos calladas, pero eso solo beneficia a nuestros agresores”, expresó la víctima, quien ahora busca apoyo de la sociedad para que su caso no quede en el olvido.