Los conductores de transporte público en el puerto trabajan con temor a las consecuencias en caso de que no cumplan con los pagos o demandas de los grupos criminales que los extorsionan
Ciudad de México (Marcrix Noticias).- El desafío de impartición de justicia en Guerrero es mayúsculo porque ocurre en varios frentes.
Como la investigación del secuestro y feminicidio de la pequeña Camila, y del linchamiento contra sus presuntos secuestradores por parte de varias personas plenamente identificadas, que hasta el la noche del 3 de abril, no han sido llamadas a presentarse ante la justicia.
O bien, el de las constantes extorsiones contra choferes del transporte público en Acapulco, quienes prácticamente están a merced de los grupos criminales que operan en el puerto.
Un operador de taxi del puerto de Acapulco explica las consecuencias que puede enfrentar cualquier operador de trasporte público si no acepta pagar el cobro de piso exigido por las células delictivas.
Los de Aurrera costera, que no les querían entregar la cuota y cada rato los venían a balear de ahí fallecieron como dos o tres compañeros
El operador asegura que las extorsiones comenzaron hace poco más de siete años, se intensificaron durante la pandemia y empeoraron tras el paso del huracán Otis. La cuota, dice, es pareja y la pagan las más de 20 mil unidades que existen en el puerto.

Indica cómo son los cobros para los taxis:
Estaba yo en Soriana costera, ahí teníamos que dar 150 pesos semanales para pago de piso, por taxi
Él y sus colegas, dice, también tienen que avisar a los criminales de cada movimiento de militares, Guardia Nacional o de cualquier desconocido.
El operador de transporte público en Acapulco, Guerrero, explica las actividades que les obligan a hacer:
Vamos a necesitar que estén al pendiente de quién llegue o lo que llegue; no den información y si le dan información pregunta de dónde viene y de parte de quién viene, tómale foto y vamos a ver quién es
Incluso deben servir como choferes a capricho de los sicarios.
Los choferes sostienen que no existe una zona de la costa acapulqueña en la que no hayan vivido violencia, por lo que hay colonias a las que no entran como Ciudad Renacimiento, Primero de Mayo, Morelos, Colosio y Puerto Marqués.
Gabino Serrano encabeza el Laboratorio para el Estudio de las Violencias; sus investigaciones concluyen que el problema del cobro de piso contra choferes deriva de la pugna que hay entre los 20 cárteles que operan en Acapulco.
Al respecto, Serrano, el investigador de la Universidad de Guerrero, apunta:
La ciudad urbana más grande de Guerrero es Acapulco, es donde hay mayores fuentes de ingreso para esas actividades delictivas y donde hay mayor número de transporte colectivo; en algunos casos, el mismo sitio paga a dos grupos.
Los operadores y familiares admiten tener miedo, pues no hay día que no se tengan que enfrentar a sus extorsionadores.
Con información de Abraham Reza y Julián López