El matador mexicano Diego Silveti defiende los rituales y la esencia de la tauromaquia, mientras en la Ciudad de México se imponen restricciones que prohíben herir o matar al toro, generando un debate nacional sobre tradición, arte y derechos animales.
México (Marcrix Noticias)-Antes de salir al ruedo, el matador mexicano Diego Silveti realiza un ritual cargado de simbolismo: vestido con su traje de luces, deposita su anillo de matrimonio en un pequeño altar, cierra los ojos y reza. “Al dejar mi anillo, le digo a Dios: ‘Aquí está todo lo que soy como padre, esposo, hijo, hermano’. Voy a cumplir mi cometido en la vida, que es ser torero”, explica.
Su más reciente presentación fue en abril, en Aguascalientes, donde la tauromaquia sigue reconocida como patrimonio cultural. Sin embargo, el panorama está cambiando. En la Ciudad de México, los legisladores aprobaron una medida histórica que prohíbe las corridas violentas. Aunque los toreros aún pueden presentarse, ya no se permite herir al animal con banderillas ni matarlo con la espada.
La secretaria del Medio Ambiente, Julia Álvarez, afirmó que el Congreso “hizo historia”, y los defensores de los derechos animales celebraron el avance. Para Silveti, sin embargo, se trata de una “prohibición velada”. “Esto va completamente en contra de la esencia y los ritos de la tauromaquia”, asegura el matador.
La dimensión espiritual y simbólica del toreo es ineludible para los involucrados. En plazas como la de Aguascalientes, el sacerdote Ricardo Cuéllar bendice a los toreros antes de cada corrida. Según Tauromaquia Mexicana, cerca de 20,000 empleos en el país dependen directa o indirectamente de esta práctica.
Por otro lado, colectivos como Cultura sin Tortura prometen seguir impulsando restricciones, bajo el argumento de que ningún animal debe ser utilizado como entretenimiento. Los ganaderos taurinos defienden la cría de los toros como una labor respetuosa. “El toro no se produce para el espectáculo vacío. Representa años de dedicación”, explica Manuel Sescosse, ganadero.
El toro ideal para una corrida tiene entre cuatro y cinco años, pesa alrededor de 500 kilos y ha sido criado en libertad. Muchos reciben nombre propio, aunque sólo una fracción llega a la plaza. El cronista Daniel Salinas destaca que los matadores siguen códigos estrictos que reflejan respeto por la vida del toro.
En ocasiones excepcionales, si el toro demuestra un comportamiento extraordinario, puede ser indultado: en vez de recibir la estocada final, se le coloca una banderilla simbólica y regresa a la ganadería, donde su linaje será valorado.
El debate entre tradición, arte y bienestar animal está lejos de resolverse, pero la reforma en la Ciudad de México marca un hito que podría transformar la tauromaquia en todo el país.