Monjas, laicos y trabajadores vaticanos, fueron los primeros en despedirse del pontífice fallecido, antes de su traslado a la Basílica de San Pedro.
Ciudad del Vaticano (Marcrix Noticias).- Con rosarios en mano, lágrimas en los ojos y un profundo silencio, trabajadores y dignatarios de la Ciudad del Vaticano, despidieron este martes al Papa Francisco, en la capilla de la residencia de Santa Marta, lugar donde eligió vivir desde su elección en 2013 y en donde también falleció el lunes a los 88 años de edad, víctima de un ictus.
El féretro fue colocado en el centro de la pequeña capilla, escoltado por dos guardias suizos. El pontífice vestía una casulla roja y una mitra blanca.
Frente a él pasaron en pequeños grupos desde obispos, laicos y miembros de la curia, hasta jardineros, personal médico, bomberos y monjas, todos conmovidos por la pérdida del primer Papa latinoamericano de la historia.
A diferencia de sus antecesores, Jorge Mario Bergoglio optó por vivir sus 12 años de papado en esta modesta residencia, rechazando el Palacio Apostólico. Desde ahí, cultivó un estilo pastoral cercano y sencillo, almorzando a diario con empleados y saludando personalmente a visitantes.
“Es como si una parte de nuestra familia se hubiera ido”, confesó una laica brasileña del Dicasterio para la Comunicación. “Viví su elección, seguí todo su pontificado y no podía faltar hoy aquí”, añadió, mientras recordaba la humildad del pontífice incluso en celebraciones litúrgicas, donde prefería sentarse entre los fieles.
Durante la pandemia, el Papa celebró misas desde esta misma capilla, transmitidas en todo el mundo como un puente espiritual, con millones de católicos confinados.
El acceso al homenaje fue restringido, sin presencia de prensa ni público general. Sólo la “familia vaticana”, tuvo permiso para despedirse antes de que el cuerpo del Papa sea trasladado este miércoles a la Basílica de San Pedro, donde permanecerá tres días en capilla para ser despedido.
El funeral se realizará el próximo sábado con la presencia de jefes de Estado, miembros de la realeza y representantes de distintas religiones.
Una religiosa polaca, que trabaja en el hospital Umberto I de Roma, resumió el sentimiento general: “Vine a agradecerle todo lo que hizo por la Iglesia. Me voy con mucha paz”.