El manantial de Ein al-Fijeh, que abastece de agua potable al 70% de la capital siria, registra su nivel más bajo desde 1956 debido a una sequía extrema.

Siria. (Marcrix Noticias) — A lo largo de los túneles excavados en la roca de una montaña sobre la capital siria, Hassan Bashi camina en silencio entre pasadizos que alguna vez estuvieron llenos de agua cristalina. Hoy, apenas un delgado hilo fluye desde el antiguo manantial de Ein al-Fijeh, la principal fuente de agua potable para más de cinco millones de personas en Damasco y sus alrededores.

Este sistema ancestral, cuya historia se remonta a la época romana, se ha visto severamente afectado por la peor sequía registrada desde 1956. Bashi, operador de bombas del sistema hidráulico, conserva en su celular un video que muestra el contraste entre años anteriores y la alarmante situación actual.

“El manantial está débil. No se parece en nada a lo que solíamos ver en los inviernos lluviosos”, comenta.

Ubicado entre las ruinas de un antiguo templo romano en el valle del Barada, Ein al-Fijeh solía ser un símbolo de abundancia. Su sistema de canales, con bases romanas y mejoras modernas en los siglos XX y XXI, ha garantizado el acceso a agua potable para 1.1 millones de hogares.

Pero este año, las precipitaciones por debajo del promedio y el bajo deshielo de las montañas en la frontera con Líbano han reducido drásticamente el caudal.

Ahmad Darwish, director de la Autoridad de Suministro de Agua de Damasco, confirmó que el manantial opera en su nivel más bajo jamás registrado.

El río Barada, alimentado por el manantial, también está casi seco. En barrios como los Abasíes, al este de la ciudad, los residentes solo reciben agua potable por 90 minutos al día, cuando antes fluía sin interrupción.

“Tuvimos que gastar 15 dólares en barriles de agua no potable. Eso es mucho para nosotros”, cuenta Bassam Jbara, vecino afectado, quien además señala que la falta de electricidad impide el bombeo a los tanques de los techos.

En un país devastado por la guerra y la crisis económica, donde muchos ciudadanos ganan menos de 100 dólares al mes, pagar por agua se vuelve un lujo.

Las autoridades temen que el verano agudice la crisis hídrica, ante la previsión de menores lluvias y temperaturas más altas. Mientras tanto, camiones cisterna privados se han vuelto la única alternativa para miles de familias, aunque sus precios son prohibitivos.

La situación no solo pone en peligro el suministro de agua, sino que amenaza la estabilidad sanitaria, económica y social de la capital siria.

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