La especie invasora pone en riesgo tanto a los manatíes como a los ecosistemas locales.

Chetumal, Quintana Roo (Marcrix Noticias) — Un fenómeno alarmante está afectando las aguas del Santuario del Manatí en Chetumal. El Pez Diablo, también conocido científicamente como plecostomus, ha sido identificado por investigadores del Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales de Quintana Roo (IBANQROO) como una amenaza creciente para la fauna local.

Impacto en los manatíes

El Pez Diablo, una especie invasora originaria de América del Sur, ha demostrado tener efectos negativos sobre los manatíes que habitan en esta zona protegida. Estudios recientes revelan que el pleco se adhiere a los cuerpos de los manatíes para alimentarse de las algas presentes en su piel. Esta interacción no solo causa pequeñas mordeduras, sino que también puede dar lugar a lesiones abiertas.

Aunque estas lesiones puedan parecer superficiales al principio, representan puertas de entrada para infecciones graves, poniendo en riesgo la salud de los manatíes. Estos mamíferos marinos ya enfrentan varias amenazas debido a los cambios ambientales y la contaminación de sus hábitats.

Adaptabilidad y proliferación

El Pez Diablo ha mostrado una asombrosa capacidad para adaptarse a los ecosistemas salobres de la Bahía de Chetumal. Según los investigadores del IBANQROO, la especie es capaz de sobrevivir y proliferar a pesar de las variaciones estacionales en la salinidad del agua, provocadas por fenómenos naturales como lluvias, sequías o nortes. Esto aumenta el riesgo de que el pleco se extienda a otras áreas cercanas, como la Laguna de Bacalar, alterando aún más los equilibrios ecológicos de la región.

Erosión del hábitat acuático

Uno de los efectos más preocupantes del Pez Diablo es su capacidad para acelerar la erosión de los suelos subacuáticos. Al remover el sustrato en su constante búsqueda de alimento, el pleco interfiere con los ciclos naturales de sedimentación y nutrientes, lo que conlleva a la degradación de hábitats esenciales para otras especies acuáticas.

Este daño ecológico pone en peligro no solo a los manatíes, sino también a la biodiversidad que depende de los ecosistemas acuáticos de la región.

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