En el intento de arresto, mordió y mutiló el dedo de un sargento del NYPD.

Queens, Nueva York.(Marcrix Noticias)— Un hecho de violencia impactó profundamente al vecindario de Glendale, en Queens, cuando una niña de 9 años fue brutalmente golpeada en el rostro por un hombre identificado como Feliz Enrique, de 31 años, la tarde del pasado 10 de mayo, alrededor de las 4:00 p.m., en la intersección de 67th Street y Central Avenue.

La agresión quedó registrada en un video de vigilancia, donde se observa cómo el sujeto —de origen hispano y con antecedentes penales— se aproxima a la menor, le pregunta su nombre y, sin razón aparente, le lanza un puñetazo directo al rostro, provocando que la niña cayera al suelo.

El ataque ocurrió a plena luz del día y frente a testigos. Entre ellos se encontraba el sargento Sebastian Hajder, del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), quien se encontraba fuera de servicio y fue uno de los primeros en intervenir.

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Durante el intento de detención, Enrique se tornó violento, mordiendo el dedo índice derecho del sargento, lo que causó la pérdida parcial del mismo. También le propinó una mordida en la rodilla. El oficial fue trasladado a un hospital cercano, donde no fue posible reimplantarle la parte cercenada del dedo, debido a la gravedad del daño.

La menor fue llevada también a un hospital, donde se le diagnosticaron hematomas en el brazo y la espalda, un labio ensangrentado y dientes flojos. Aunque se encuentra fuera de peligro, el impacto físico y emocional aún está siendo evaluado por especialistas.

Las autoridades revelaron que Feliz Enrique estaba en libertad condicional, tras cumplir una sentencia de siete años por intento de asesinato. Ahora, fue acusado formalmente por agresión en primer grado y poner en peligro el bienestar de un menor, entre otros delitos.

De ser declarado culpable, podría enfrentar hasta 25 años de prisión. La próxima audiencia judicial del acusado está programada para el 10 de julio, mientras el proceso continúa y la fiscalía reúne más pruebas.

Este caso ha generado una ola de indignación en la comunidad, que exige mayor vigilancia y control sobre la reincidencia de individuos peligrosos en libertad condicional.