Un estudio de la Universidad de Hawái alerta que la extracción de minerales afectaría la cadena alimentaria marina.
Hawái (Marcrix Noticias)-La extracción de minerales en el fondo del océano —una práctica aún en fase experimental pero cada vez más cercana a su implementación— podría tener consecuencias devastadoras para la vida marina y, en última instancia, para los alimentos que llegan a nuestras mesas. Así lo advierte un estudio publicado en la revista Nature Communications, realizado por investigadores de la Universidad de Hawái.
Una amenaza que comienza en lo invisible
El estudio analizó una zona del océano Pacífico conocida como la “zona crepuscular”, ubicada entre los 200 y 1,500 metros de profundidad. Los científicos descubrieron que los desechos generados por las pruebas de minería en aguas profundas —una práctica que busca extraer nódulos polimetálicos ricos en cobre, hierro y zinc— pueden afectar gravemente a organismos diminutos como el zooplancton y pequeños peces que forman la base de la cadena alimentaria marina.
Durante las operaciones mineras, las empresas devuelven al mar el exceso de agua y sedimentos del fondo oceánico, generando una nube turbia de partículas del mismo tamaño que las que sirven de alimento al zooplancton. Según el autor principal del estudio, Brian Popp, esta mezcla actúa como “comida chatarra” para los organismos, afectando su nutrición y, con ello, a cerca del 60% del micronekton que depende de ellos.
El impacto, advierten los investigadores, podría llegar hasta especies comerciales como el atún o el mahi mahi.
“Si estos organismos en profundidad desaparecen porque su red alimentaria colapsa, eso puede tener efectos en cascada sobre redes alimentarias superiores e intereses pesqueros globales”, explicó Michael Dowd, coautor del estudio.
Más allá del fondo marino
A diferencia de otros estudios que se han enfocado en los daños directos al lecho marino, esta investigación pone la mirada en el agua intermedia, donde la mayoría del plancton y peces pequeños viven. Los expertos sugieren que incluso devolver los desechos a otras profundidades podría ser igual de perjudicial, aunque de manera diferente.
Popp señaló que la humanidad podría evitar estos riesgos apostando por fuentes alternativas de minerales, como el reciclaje de baterías y dispositivos electrónicos.
“No es necesario excavar en el mar profundo para obtener los metales que necesitamos”, afirmó.
Un interés creciente y polémico
A pesar de las advertencias científicas, la minería oceánica gana terreno. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos ya ha otorgado contratos de exploración a varios países, y Estados Unidos ha mostrado interés en acelerar los permisos. Durante su gobierno, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para agilizar las concesiones y permitir la extracción de minerales en zonas como Samoa Estadounidense.
Sin embargo, organizaciones ambientalistas insisten en los riesgos, alertando no solo sobre el daño directo a la biodiversidad, sino también sobre la posible liberación de dióxido de carbono almacenado en los sedimentos marinos, lo que agravaría el cambio climático.
“La pregunta es si vale la pena arriesgar la forma en que funcionan los océanos por unos pocos minerales”, cuestionó Sheryl Murdock, investigadora de la Universidad Estatal de Arizona.
Diva Amon, bióloga marina de la Universidad de California en Santa Bárbara, coincidió:
“Este tipo de minería podría provocar enfermedades, desplazamientos o incluso la extinción de especies. Es urgente investigar más antes de tomar decisiones que podrían alterar irreversiblemente el equilibrio de los océanos”.
