El primer papa latinoamericano y jesuita, Francisco, cambió en 2024 el protocolo funerario papal para alejarlo del boato tradicional. Su despedida, que se celebrará en los próximos días, estará marcada por la sencillez y la espiritualidad.

Ciudad del Vaticano (Marcrix Noticias)-– Fiel a los principios que guiaron su pontificado, el papa Francisco—el primer pontífice latinoamericano y de la orden jesuita—realizó en 2024 una modificación profunda al Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el conjunto de rituales que rigen el funeral de los papas, con el objetivo de devolver a la ceremonia su sentido pastoral y espiritual, alejándola de toda ostentación.

De acuerdo con los deseos del pontífice argentino, Jorge Mario Bergoglio, su funeral será sencillo, centrado en la esperanza cristiana de la resurrección, evitando los tradicionales símbolos de poder y grandeza que marcaron las exequias de sus predecesores.

Entre los principales cambios solicitados por Francisco destacan:

  • Simplicidad en los ritos: el papa pidió que su funeral reflejara su fe en Cristo resucitado, sin gestos de pompa ni despliegues de autoridad.

  • Ataúd único: rechazó el uso de tres féretros, optando por un solo ataúd de madera, con interior de zinc, en concordancia con la humildad que lo caracterizó.

  • Sin catafalco ni velatorio exclusivo: su cuerpo no será expuesto en un estrado dentro de la Basílica de San Pedro ni habrá un velorio reservado para autoridades o dignatarios.

  • Lugar de sepultura distinto: a diferencia de la mayoría de los papas recientes, Francisco eligió descansar en la Basílica de Santa María la Mayor, una iglesia que visitó frecuentemente y que refleja su profunda devoción mariana, en lugar de la tradicional cripta papal del Vaticano.

El rito fúnebre será presidido por el cardenal camarlengo Kevin Farrell en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, la residencia donde Francisco vivió durante su papado, en lugar del Palacio Apostólico. Posteriormente, sus restos serán llevados a Santa María la Mayor, donde los fieles podrán darle el último adiós.

Con esta decisión, Francisco confirma en la muerte lo que predicó en vida: una Iglesia que camina con el pueblo, alejada del poder terrenal y comprometida con la sencillez, la misericordia y la esperanza. Su legado espiritual y humano seguirá vivo en millones de personas alrededor del mundo que hoy lo despiden con gratitud y admiración.

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