Reportes de inteligencia señalan que Moscú busca debilitar sistemas satelitales clave usados por Ucrania y Occidente.
Bruselas, Bélgica, (Marcrix Noticias).- La OTAN alertó que Rusia estaría desarrollando nuevas capacidades antisatélite con el objetivo de afectar la constelación Starlink, propiedad del empresario Elon Musk, de acuerdo con reportes de inteligencia citados por la Associated Press.
Según la información difundida, el propósito estratégico de Moscú sería reducir la ventaja de Occidente en el espacio y debilitar los sistemas de comunicación utilizados por Ucrania, tanto con fines militares como civiles, en el marco del conflicto armado derivado de la invasión rusa a gran escala.
Starlink, un objetivo clave
Los informes señalan que Rusia considera a Starlink una amenaza significativa, debido a que su red de miles de satélites en órbita baja proporciona internet de alta velocidad, comunicaciones seguras y apoyo para la localización de objetivos en el frente de batalla ucraniano.
Además de su uso militar, el sistema ha sido fundamental para mantener conectadas a autoridades y población civil en regiones donde los ataques rusos han destruido infraestructura de telecomunicaciones.
De acuerdo con los documentos revisados por AP, Rusia estaría explorando un arma antisatélite de “efecto zona”, diseñada para atacar múltiples satélites de manera simultánea mediante la liberación de nubes orbitales de metralla, compuestas por cientos de miles de partículas metálicas de alta densidad.
Estas partículas, de apenas unos milímetros, impactarían principalmente en los paneles solares, considerados el punto más vulnerable de los satélites, con capacidad suficiente para inutilizarlos o sacarlos de operación. Su reducido tamaño dificultaría su detección y complicaría la atribución directa del ataque.
Riesgos colaterales en el espacio
Servicios de inteligencia occidentales advierten que un sistema de este tipo podría generar consecuencias impredecibles, ya que los fragmentos liberados podrían afectar no solo a satélites occidentales, sino también a infraestructura rusa o china, así como a plataformas críticas como la Estación Espacial Internacional o la estación espacial china Tiangong, que operan en órbitas cercanas.
Rusia ha reiterado en foros internacionales que los satélites comerciales utilizados con fines militares podrían convertirse en “objetivos legítimos”. En octubre de 2022, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso advirtió ante la ONU que las llamadas infraestructuras casi civiles empleadas con fines bélicos podrían ser blanco de represalias.
Cautela entre analistas
Especialistas en seguridad espacial consideran que estos desarrollos podrían ser experimentales y no necesariamente indicar un despliegue inmediato. Algunos advierten que el uso de un arma indiscriminada de este tipo podría provocar un caos orbital que terminaría perjudicando a la propia Rusia.
Sin embargo, otros analistas no descartan el escenario, especialmente tras el anuncio ruso del despliegue del sistema de misiles S-500, capaz de alcanzar objetivos en órbita baja, lo que ha reforzado las preocupaciones de Occidente.
El Kremlin, por su parte, no respondió a solicitudes de comentarios y ha insistido en la necesidad de evitar la militarización del espacio, negando planes para desplegar armas nucleares en órbita.
Para varios expertos, la supuesta arma antisatélite podría funcionar principalmente como un instrumento de disuasión, diseñado para presionar políticamente a Occidente, aunque su alto costo técnico, estratégico y político podría frenar su uso real.

