A pesar de que industria consume otros productos, la pesca y las vedas complican su disponibilidad.
Cancún (Marcrix Noticias)-La industria restaurantera de Quintana Roo enfrenta un reto importante: la demanda de pescados y mariscos ha rebasado la capacidad de producción local. Un restaurante pequeño consume hasta 60 kilos de pescado a la semana solo para tacos, mientras que en especies como camarón y langostino, el consumo alcanza entre 70 y 80 kilos semanales por cada una. En conjunto, los miles de restaurantes y marisquerías del estado requieren toneladas de producto cada mes.
Sin embargo, la producción acuícola estatal es insuficiente. En 2020, más de 50 granjas acuícolas cerraron debido a los altos costos de electricidad y la crisis derivada de la pandemia. Actualmente, solo 22 granjas siguen operando en municipios como Othón P. Blanco, Bacalar, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Lázaro Cárdenas, Puerto Morelos y Benito Juárez. En conjunto, generan apenas 3,807 toneladas anuales de especies como mojarra, torito, langostino y cazón, lo que no cubre la demanda del sector gastronómico.
Riesgo para los ecosistemas y el sector restaurantero
“La esencia de la gastronomía de Quintana Roo son los pescados y mariscos, pero las granjas acuícolas aún no logran satisfacer el consumo en Cancún y Puerto Morelos”, señaló Armando Alvarado, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) en Puerto Morelos.
Aunque los restaurantes ya adquieren tilapia, langostinos y camarón de granja, otros productos dependen exclusivamente de la pesca, lo que complica su disponibilidad durante las vedas. Además, el crecimiento del sector hotelero y restaurantero está ejerciendo presión sobre los ecosistemas pesqueros, generando preocupación sobre la sostenibilidad del recurso.
Acuicultura: la clave para la estabilidad del sector
La expansión de la acuicultura en Quintana Roo se presenta como una alternativa urgente. Un mayor número de granjas garantizaría un abasto constante, estabilizaría los precios y mejoraría la calidad del producto, asegurando tamaños y pesos uniformes.
“Si un proveedor pide 100 kilos de camarón, pescado o langostino, la granja se queda sin producto”, explicó Alvarado, ejemplificando la limitada capacidad de abastecimiento.
Para evitar el colapso de los ecosistemas y garantizar la sostenibilidad del sector gastronómico, la inversión en acuicultura es clave para el futuro de la región. Sin incentivos y apoyos para este sector, la industria restaurantera seguirá dependiendo de la importación y de un recurso cada vez más escaso.
