A pesar de la reconstrucción, muchos afectados siguen enfrentando trastornos psicológicos y dificultades económicas tras el terremoto de 2017.

México (Marcrix Noticias).- A siete años del devastador sismo del 19 de septiembre de 2017, los afectados continúan lidiando con profundas secuelas que van más allá de los daños materiales. Muchos damnificados, cuyas viviendas quedaron inhabitables, reportan problemas emocionales y físicos, incluidos trastornos de estrés postraumático.

El terremoto, que sacudió a la Ciudad de México y estados del centro del país en el 2017, dejó una huella imborrable en quienes lo vivieron. Las dificultades han sido numerosas, desde la falta de documentación que complica la acreditación de la propiedad hasta pérdidas económicas significativas, las historias de quienes lo padecieron reflejan una lucha continua.

Javier Ibarra, residente de la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, compartió que ha enfrentado serias dificultades desde la pérdida de su hogar. 

“Pasé por todas las emociones: enojo, frustración y apatía. Aunque finalmente me entregaron un departamento, todavía estoy lidiando con deudas y problemas emocionales muy intensos”, relató.

En la colonia Hipódromo, los afectados de Ámsterdam 27 también viven un proceso doloroso. Muchos de ellos asisten a terapia, pues el sonido de la alarma sísmica los aterra y perturba su sueño. 

“El apoyo gubernamental sólo duró un par de años, y los gastos de renta y terapia los hemos costeado nosotros, en silencio”, comentaron.

Silvia Canseco, otra damnificada, enfrentó un largo proceso de reconstrucción que la obligó a vivir con familiares. “Fue una pesadilla, tanto material como emocional. La reconstrucción tardó años, y las secuelas son evidentes”, dijo.

Investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han documentado que las personas que vivieron el sismo presentan signos de estrés emocional, problemas de sueño y trastornos psicológicos. 

Sin embargo, a nivel nacional, la situación es aún más desalentadora: en estados como Morelos y Oaxaca, los damnificados no recibieron información clara ni los apoyos necesarios.

A pesar de las millonarias donaciones, la falta de un censo actualizado sobre la reconstrucción y el seguimiento a los casos ha dejado a muchos en la incertidumbre. Así, tras siete años del 19-S, los efectos del terremoto siguen latentes en la vida de los damnificados, quienes continúan buscando sanar tanto física como emocionalmente.

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