Junto a las monjas impostoras fue detenido también un hombre de 52 años.

Costa Rica, (Marcrix Noticias)- El martes pasado, en Costa Rica, cuatro mujeres que se hacían pasar por monjas fueron arrestadas bajo múltiples cargos, incluyendo malversación de fondos, explotación laboral, tortura y enriquecimiento ilícito.

 Estas mujeres operaban una fundación supuestamente dedicada al cuidado de niños y ancianos, la cual llegó a recibir más de 12 millones de dólares en fondos públicos.

 Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial de Costa Rica, explicó que las autoridades comenzaron a investigar tras recibir denuncias de jóvenes reclutadas como novicias en la supuesta congregación.

 Estas personas denunciaron una serie de delitos en el Hogar Manos Abiertas, el centro operado por las mujeres detenidas, que contaba con dos puntos de atención en el país.

 Junto a las cuatro mujeres, de 39 a 54 años, que se hacían pasar por monjas fue detenido también un hombre de 52 años.

 El ente investigador indicó que esta organización logró captar de las instituciones gubernamentales costarricenses unos 6.500 millones de colones en los últimos cinco años, poco más de 12 millones de dólares.

 Zúñiga aseguró que parte de estos fondos, que estaban destinados a ayuda social, fueron usados por los detenidos para pagar viajes al extranjero y otros bienes.

 Ninguna de las personas que trabajaban como colaboradoras en estos centros fue imputada por este caso, según aclararon las autoridades.

 Según las denuncias de las jóvenes que aspiraban a ordenarse religiosamente, las monjas impostoras pedían votos de pobreza y obediencia para hacerlas trabajar sin paga.

 “Durante el proceso de investigación, se pudo constatar que en esta fundación los encargados realizaban en apariencia varios delitos como explotación laboral debido a que sus colaboradores tenían un exceso de funciones y no recibían el dinero por concepto de salario”, detalló el OIJ.

 Las denunciantes recurrieron a las autoridades tras ver que pasaron varios años y no eran consagradas como monjas. Por estos votos de obediencia, también se les obligaba a vestirse como personal médico para engañar así a los supervisores de entidades estatales.

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